¿No tiene médico de cabecera? ¡Peligra su salud! [¡Y su dinero!]/ Por Juan Gervas y Mercedes Pérez Fernandez
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Juan
Gérvas y Mercedes Pérez Fernández, médicos generales rurales, Equipo CESCA,
Madrid, España
"Usted y su familia están en
peligro si no tienen un médico de cabecera, si no tienen tienen un médico que
coordine los cuidados de otros médicos.
El médico de cabecera es el
“agente” del paciente, y decide como si fuera el propio paciente."
Estimado lector:
Si se quedó con las ganas continúe leyendo la nota. El título parece broma, pero sabemos que existe amplia evidencia que demuestra que tener un médico de cabecera mejora su salud. Esto tambien corre para los médicos y su salud. Ya hablaremos de esto en otra oportunidad
El editor
Ver también: http://www.equipocesca.org/
Es decir,
decide junto al paciente con el conocimiento de un médico especialista en
problemas frecuentes, y en el conjunto de problemas de la persona (en su
entorno familiar, laboral, cultural y social).
El médico de cabecera es ese
médico “de siempre”, el que entra en
casa y cuenta con la confianza de quien conoce vida, milagros y secretos
del paciente, la familia y la comunidad. Es el médico cercano y conocido, con
una amplia formación científica, con conocimientos, corazón y coraje.
Está demostrado que el médico de
cabecera decide mejor que el propio paciente para elegir especialistas y
momento de la atención (y, también,
cuándo se necesitan cuidados urgentes).
El médico de cabecera se ocupa
directamente de los problemas frecuentes y coordina los cuidados de los
especialistas para los problemas infrecuentes.
Necesitamos médicos
especialistas, pero hay que utilizarlos con prudencia, pues su “exceso de uso”
es peligroso para la salud. Está demostrado que cuanto más especialistas haya
en una zona geográfica, mayor mortalidad se produce.
Cada especialista puede ofrecer
cuidados excepcionales, cuidados de excelente calidad, pero la intervención de
varios especialistas no coordinados es peligrosa para la salud. Por ello, en
los EEUU la salud es la peor y la más cara (comparada con los demás países
desarrollados). Por ejemplo, en los EEUU
las amputaciones en pacientes diabéticos son el triple que la media en los
países desarrollados.
En los EEUU la tercera causa de
muerte es la actividad de los médicos.
No faltan buenos especialistas
en los EEUU. Faltan médicos de cabecera que coordinen los cuidados, que actúen
de agentes de los pacientes.
Por ejemplo, un pediatra es
especialista en enfermedades de los niños, no en los niños situados en su entorno familiar, escolar,
cultural y social. Lo mismo sucede con un ginecólogo respecto a la mujer. O con
un geriatra respecto a los ancianos. O con un urólogo respecto al varón. Todos estos
especialistas deberían actuar como consultores del médico de cabecera, y éste
debería coordinar sus consejos y tratamientos para “adaptarlos” al paciente en
su conjunto, de forma que produzcan más beneficios que daños.
Todos los pacientes necesitan un
médico cabecera que coordine los necesarios cuidados de los especialistas.
Además, el médico de cabecera es
muy accesible, flexible, polivalente y resolutivo. Lo mismo le ayuda frente a
la gripe que hace una biopsia de piel, coloca un DIU, vacuna contra el
sarampión, visita al niño con parálisis cerebral en su casa, aconseja frente a
una jubilación, trata una tuberculosis, asesora frente al insomnio, hace un
análisis de orina ante un cistitis, o trata con morfina al paciente terminal y
le ayuda a enfrentarse con dignidad a la muerte en domicilio. Todo ello
teniendo en cuenta los valores y creencias del paciente, la familia y la
comunidad.
Y todo ello en el consultorio y
en el domicilio; y mucho por teléfono, por correo-electrónico, conferencia
virtual, o ...¡en la acera, incluso!
El médico de cabecera trabaja en
Atención Primaria, el nivel más próximo del Sistema Sanitario, el más
accesible, donde se responde al 90% de los problemas de la población, donde hay
un equipo que complementa al médico. Cuando la Atención Primaria
es fuerte, el médico de cabecera es “filtro” para la atención de los
especialistas. Así es, por ejemplo, en Canadá (Ontario), Dinamarca, Eslovenia,
España, Holanda, Noruega, Nueva Zelanda y el Reino Unido. El “filtro” hace que
los especialistas se enfrenten a casos difíciles de su especialidad, y por ello
contribuye a mantener la “pureza de raza” de los especialistas.
Además, el “filtro” evita el
“exceso” de atención de los especialistas, necesario sólo en casos escogidos,
en los que compensan los daños ciertos con beneficios probables.
Los especialistas deberían
actuar de consultores, de forma que el médico de cabecera decidiera al final,
de acuerdo con el paciente (y su contexto). Con esa coordinación se “produce”
más salud y se ahorra dinero (para el paciente y su familia, y para la
población y la nación).
Tenga un médico de cabecera que
coordine su atención, y que le ayude a decidir cuándo necesita cuidados
especializados, y de qué especialista. Con ello protegerá su salud y la de su familia
(y su dinero).
NOTA
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