Setiembre / "Un pueblo sin memoria, es una primavera marchita" / Nunca Mas




"Un pueblo sin memoria, es una primavera marchita"
HmP

Es merecido recordar en un florecido setiembre del 70, asumió la presidencia de Chile, por voluntad del pueblo en elecciones democráticas, este médico. Esta elección debió ser ratificada por el congreso. Por primera vez en la historia de Chile una coalición de izquierda gobernaría el país, aunque no con todo el poder.

Luego, pocos años después, en otro setiembre, se inició un período oscuro en la nación Chilena, que se llevó muchos frutos, muchos hijos, y segó a muchos hermanos pródigos.
Memorial en el Estadio Nacional de Santiago. El 11 de setiembre 
de 1973, se constituyó en centro de detención, privación de libertad, 
violación de derechos humanos y centro de la cruel maquinaria de
muerte y desesperanza de la dictadura chilena.


Salvador Allende tal vez, tan solo sea un símbolo un fuerte icono, un testimonio elocuente en si mismo, de esta lucha de tantas anónimas y anónimos, que construyeron la primavera, desde lo mas profundo de sus convicciones.




¡En necesario no olvidar las primaveras;  tanto las que fructifican, como las que duelen!

Escribe Neruda, desde Isla Negra, sobre Allende su amigo y muere de pena a los pocos días.

Pablo Neruda y Allende

Calles con el nombre de Allende

Allende en documentos del Sindicato Médico del Uruguay

Acusación a militares responsables del asesinato de Víctor Jara

Fundación Víctor Jara

Nota del editor:
La primera vez que pisé Santiago de Chile en el año 91, al pasar por la "Moneda", recordé las palabras de un amigo: si miras en la fachada veras los orificios de metralla en sus muros.
Este era el testimonio de aquel ataque cruel a las instituciones y al pueblo.
No pudimos entrar. Los "Pacos" con su aspecto aterrorizante y cuasi nazi no nos lo permitieron. Cuando me acerque a las paredes, vi varias de aquellas cicatrices y no pude menos que erizarme al recordar todo lo que había leído y escuchado sobre la batalla que se había iniciado aquel 11 de setiembre. Ese año visitamos el sur. Un sur sin centros comerciales, con un país trabajador.

Muchos años después, volvimos a Chile que ahora tiene sus centros comerciales y ha sido espeluznantemente invadido por las herramientas del consumo, como todo el continente.

Pero mi mayor sorpresa no fue ver los templos de consumo, con todo su globalizado glamour, mi mayor sorpresa fue ver que las cicatrices de las paredes de la moneda, habían sido reparadas y los muros lucían lisos y pintados. Hoy luce impecable el edificio. Sin embargo las heridas en el pueblo chilenos están evidentemente abiertas aún. Todos tenemos derecho a que sane el dolor. Lo entiendo. Por eso es necesario no perder la memoria: la rosa tiene también su espina.

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